Las condiciones, modos, estilos, lenguajes y hábitos de procesamiento de la información –podríamos decir, de lectura– y de relación –podríamos decir, de comunicación– están cambiando a ojos vista. Y muy aceleradamente… Todo, comunicación, lectura y vida, se aceleran.
Sea por el cambio de soporte, códigos, condiciones de acceso o predisposición psicológica, el caso es que, probablemente, nos encontremos, en lo que se refiere a esta cuestión, ante uno de los cambios más bruscos de la historia.
Estamos pasando de una alfabetización convencional o “textual” a otra que se denomina alfabetización mediática, mucho más compleja, diversa y que, sin duda, presupone la primera. Y, a la vez, vivimos la transición de una comunicación espacialmente localizada y limitada a otra que virtualmente no conoce barreras.
¿Cómo se perciben estos cambios?
De muchas maneras, desde luego… Pero cuando converso con mis alumnos de Comunicación y Educación, en la Universidad Autónoma de Barcelona, sobre el tema, soy consciente de que las pruebas de estos cambios cambio son notorias y diversas, pero apuntan a una misma dirección.
Describo a continuación los puntos más importantes que plantean y, sobre todo, cómo razonan y sienten ante ellos:
- Utilizan muchas plataformas y soportes, pero especialmente, el ordenador y el teléfono portátil.
- Leen de modo multimedia. No sólo leen los textos, sino que contemplan los vídeos, escuchan los audios, combinan todos los lenguajes y códigos a su alcance.
- Conexión constante. Leen y se comunican constantemente y en contextos muy diversos –transportes públicos, hogar, la calle, etc.-, utilizando, cada vez más, tecnologías móviles.
- Captan la información, en general, de un modo fragmentario, breve, sin disciplina intencional en la lectura, respondiendo a los impulsos que les llegan de los medios.
- Dos escalones de comunicación. Reciben información de dos tipos: a) de los grandes medios –periódicos, cadenas de radio y televisión-; b) de las redes sociales, a través de su grupo de “amigos”, que renvían, a veces, la información de los medios.
- Reciben información de fuentes muy diversas pero sin auténtico contrate. En general, no establecen procedimientos de contraste crítico sobre esas mismas fuentes. Diversidad no implica diferencia, a veces.
- Dificultad para interpretar sosegadamente. Lamentan, en muchas ocasiones, no tener ni tiempo ni modo de disponer de un contexto –una base adecuada- para interpretar la enorme cantidad y diversidad de información que reciben.
- Inmersos en la dispersión y no-reflexión. Tienen sensación de dispersión y encuentran dificultades para reflexionar y pensar con tranquilidad. Se sienten con escasísimas posibilidades para concentrarse adecuadamente cuando estudian o intentan leer en profundidad. Continuamente, se ven interpelados por mensajes de chat, de correo electrónico y de avisos emergentes que aparecen en sus pantallas.
- Dependencia mediática. Tienen una cierta adicción a estar conectados permanentemente a la red. No soportan largos períodos con el teléfono y el ordenador desconectados. Se sienten dependientes.
- Tiempo evanescente. Sienten que no son dueños de su tiempo, porque, de algún modo, la implicación en los medios y el sistema les merma posibilidades de auto-control y de autodeterminación de su comportamiento. Viven “demasiado deprisa”.
- Soledad conectada. A veces, perfectamente conectados tienen la sensación de estar solos. Y, tal vez por esto, para no sentir el abismo del silencio y la soledad, no soportan las desconexiones.
- Hetero-controlados. Notan que viven volcados hacia la contemplación de los demás, que lo que hacen es visto y hasta controlado por aquellos con quienes conviven en las rede sociales.
Coincidencia generalizada
Todo ello, con independencia de que las opiniones y las sensaciones de mis estudiantes puedan discutirse, forma parte de las conclusiones de la investigación, de los resultados del debate científico, académico y ensayístico sobre el efecto de las nuevas tecnologías. Sobre este tema han escrito Sherry Turkley, Nicholas Carr, Tod Gittlin, Manuel Castells, Neil Postman, Barry Duncan, Jeff Jarvis, Francis Pisani, Paul Virilio, Susan Moeller, etc.
Las coincidencias de todos ellos sobre los efectos mediáticos son muchas, aunque su valoración sea polémica.
Desde mi punto de vista, todos los fenómenos mencionados parecen responder a un patrón común. Los medios y, en general, las TICs han lanzado una ofensiva para colonizar nuestro entorno y nuestra psicología.
De nosotros, colectivamente hablando, dependen el que lo consigan o, bien, que seamos nosotros mismos los que logremos finalmente, re-apropiarnos de lo que es nuestro entorno comunicativo, o sea, nuestro espacio propio y vital.Air Jordan IV 4 Retro Snake SkinNike
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