Si una conclusión se puede obtener después de las jornadas sobre el libro de texto educativo (Gabinete de Comunicación y Educación. UAB) es que todo el mundo lo ve ya como una realidad inmediata.
Las editoriales lo muestran, aunque tímidamente. Las autoridades educativas lo dan por hecho. Los profesionales no lo discuten apenas. Los profesores se lo ven venir encima, sin remedio, con cierta resignación…
Sin embargo, subsisten muchas incógnitas, pese a que la “corrección” del lenguaje empleado en las jornadas no las hiciera más notorias.
Éstas son algunas de esas incógnitas.
¿Qué formato tendrá el futuro libro de texto digital?
Parece que todos concuerdan en que estará en la WEB y podrá ser usado desde un ordenador portátil. Tendrá apariencia de libro, es decir, estará ordenado en capítulos y unidades didácticas con páginas numeradas y se asemejará a la página de un libro de texto –tal y como se hubiesen escaneado los libros-.
Lo nuevo en comparación con el libro tradicional es que muchas de las ilustraciones e imágenes que aparecerán serán animadas: vídeos, gráficos, animaciones en 3D, etc. Todo responderá al mandato del clic.
Por otro lado, se complementará el “texto” con ejercicios, con evaluaciones y con interactivos, que los estudiantes podrá usar por sí mismos o en relación con el profesor/a.
No se ha explicado, si se podrá tener acceso al libro de texto digital desde otros dispositivos como el teléfono móvil. Lo cual parece indicar que ésta no es todavía una prioridad.
¿Cuál será el uso del libro de texto digital?
Por lo que se ha visto, el profesor podrá usarlo en las pizarras electrónicas –se habla de compatibilidad total- y también mediante un proyector y un ordenador en el aula.
Es decir, queda claro que se trata de una herramienta útil en la fase de explicación. Pero no hay previsto –al menos no se ha mostrado- ningún tipo de originalidad o singularidad en lo que se refiere a la posibilidad de trabajos en grupo.
También parece que el estudiante podrá usar el libro de texto digital en su ordenador para estudiar o para realizar los ejercicios. Lo que no se sabe es si tendrá que trabajar siempre en red o podrá descargarse algunos contenidos para dejarlos residentes en el ordenador.
No se ha hablado en ningún momento de la posibilidad de trabajo colectivo a partir del libro. La única mención, un tanto críptica, es sobre le tema de la plataformas. Algunas editoriales hablan abiertamente de la compatibilidad de su oferta con Moodle –lo cual no tiene ningún secreto, porque Moodle simplemente puede enlazar con cualquier punto de red-. Otros, en cambio, hablan de que están trabajando en la construcción de su propia plataforma. ¿Qué plataforma? ¿Será simplemente un repositorio de contenidos o una plataforma de comercialización y distribución, o será una plataforma de e-learning autónoma y específica?
Todo ello está por ver.
¿Podrá el profesorado (y los estudiantes) modificar los contenidos propuestos por el libro digital?
Sobre este tema la respuesta es ambigua. Por un lado se dice que sí que los profesores podrán modificar ciertos aspectos (¿cuáles?) del libro de texto y que incluso podrán añadir (¿cómo?) sus propios contenidos. Pero no sabemos más.
No conocemos si está previsto que el profesorado pueda suprimir contenidos y secuenciar los restantes en el orden que les parezca bien, o si podrá modificar algunas características del contenido ofrecido cuando lo consideren oportuno.
No sabemos tampoco si el profesorado podrá incluir en el “texto digital” sus propios contenidos o los elaborados por los estudiantes, o si, sencillamente, podrá añadir otros contenidos provenientes de repositorios abiertos o de otros proveedores comerciales.
Por tanto, si, en principio, todos postulan y admiten la necesidad de dejar al profesor el mayor margen de libertad posible son, en cambio, pocos los que define ese margen de libertad y lo concretan específicamente.
¿Cuál será el modelo de negocio de los libros de texto digitales?
Cuestión decisiva sin clarificar. Sólo parece intuirse que queda claro el que podemos denominar MODELO DE SUSITUCIÓN. Consistirá en que los centros o las clases dejan de comprar los libros de texto y, a cambio, se suscriben al uso de un libro de texto digital –no se sabe si por un curso escolar o adquieren para siempre el libro de texto- por un precio X.
En este modelo, lo que no se conoce es ni la forma de pago, ni la cantidad, ni si lo que se compra es un servicio o un producto. Se ha hablado de que algunas editoriales podrán cobrar por la suscripción completa de un centro a su catálogo de libros completo se entiende el adecuado para ese centro) por un precio que estaría en torno a los 30 euros. No se sabe, en cambio, qué precio tendrá el acceso a un solo libro y, por tanto, el precio de la suma de las suscripciones a todos los libros necesarios si éstos son provistos por diferentes editoriales. ¿Estaríamos en torno a los 75 euros, entonces?
Por otro lado, el MODELO DE COMPATIBILIDAD entre libro de texto impreso y libro de texto digital se ha presentado como un enriquecimiento de las posibilidades del libro impreso. No anula al papel, por supuesto, pero añade otras muchas prestaciones diferentes. Su precio se añadiría, por tanto, al del libro de texto. Pero, ¿quién estará dispuesto a “enriquecer” los libros de texto convencionales?
¿Cómo se pagarán?
Se ha hablado de “monedero” electrónico, de pago en red, pero no se descartan otras modalidades. En cualquier caso, ¿cómo se pagará?
¿Se pagará el libro de una vez por todas, como un producto que se podrá usar siempre? ¿Este pago será por estudiante, por centro o por otra instancia? O ¿se pagará por tiempo? Pongamos por caso, el cliente sólo abona el uso del libro por un curso. Si es así, qué sucede si el estudiante repite, ¿tiene que volver a cursar la asignatura? ¿Tendrá que pagar de nuevo?
¿El pago será individual o familiar? ¿Qué sucede con dos hermanos que realizan el mismo curso? ¿Cada uno de ellos ha de pagar por los libros o pueden compartirlos?
¿Pagará el centro? Si un centro adopta un texto, pongamos por caso, ¿ha de abonar algo a la editorial por el uso de ese texto en sus pizarras electrónicas o dependerá la posibilidad de su uso de que todos los estudiantes hayan adquirido el libro?
¿Qué nuevas prestaciones aportará el libro de texto digital?
La cuestión es clave. El nuevo libro de texto digital ¿podrá aportar más herramientas y servicios que la WEB 2.0? Esto se tendrá que ver justamente cuando las editoriales hayan perfilado su oferta. Pero, en todo caso, siempre nos podremos preguntar si la oferta de libro digital –dentro del modelo de exclusividad- será mejor que la que ofrecería mantener el libro de texto actual y añadirle a ello el uso intensivo de las nuevas herramientas disponibles en la red. De hecho, es éste el camino que venía siguiendo hasta ahora los portales educativos de los ministerios y las consejerías de educación.
MUCHOS INTERROGANTES
En definitiva, se abre un tiempo de cuestionamiento y de dubitación, pero también de exploración y de innovación.
Por lo visto en las Jornadas, será la autonomía catalana la única que prepara la implantación masiva del libro de texto digital para el próximo año. Ninguna otra se ha lanzado todavía a la aventura, por tanto, Catalunya va a servir de banco de pruebas y de laboratorio de innovación que las demás comunidades podrán estudiar atentamente sin ningún riesgo.
No obstante, la falta de una planificación concreta de esta experiencia catalana y, por tanto, la falta de objetivos específicos cuantificables y de criterios de validación explícitos- harán muy difícil su valoración racional. Incluso es previsible que su vaguedad y su provisionalidad puedan poner en peligro la empresa creando más problemas que soluciones. A ello hay que añadir la imprevisibilidad del próximo resultado electoral en la comunidad (Noviembre de 2010, elecciones autonómicas)… Su mérito, de cualquier modo, consistirá en haber sido pionera y en haber tenido el valor de querer anticiparse a los acontecimientos.
Pero pase lo que pase en Catalunya, el tema queda abierto. El libro de texto digital (como sustituto el impreso o como complemento) es el gran reto de las editoriales educativas en los próximos años. De saber responder a él adecuadamente, de poder desarrollar modelos viables y útiles va a depender su futuro y su misma razón de ser como industria.
Estamos, pues, delante de un período que necesitará mucha capacidad de exploración, de investigación, imaginación y capacidad de asumir nuevas inversiones y nuevos riesgos… Esperemos que todo sea para bien.nike air max 1 styleadidas Yeezy 350