“¡Que vienen los bárbaros!” es la idea que subyace en el libro de Alessandro Baricco[1]. Es un grito de pánico y miedo[2] –según el autor muy extendido hoy- ante una presunta invasión que acabaría con “nuestra civilización”. “Un miedo a ser derrotados y destruidos por hordas bárbaras y que es tan viejo como la historia de la civilización. Imágenes de desertización, de jardines saqueados por nómadas y de edificios en ruinas en los que pastan los rebaños son recurrentes de la decadencia, desde la antigüedad hasta nuestros días[3]”.
Pero ¿quiénes son esos bárbaros? ¿Cuál es nuestra civilización? ¿Qué destrucción tememos? ¿Qué principios y valores perderíamos si sucumbimos ante la invasión? Y, ¿qué podemos hacer ante esta invasión?
De todo esto trata el texto de Baricco que reúne en un libro una serie de artículos publicados el año 2008 en el diario La Repubblica.
Los bárbaros, explica Baricco, -y nosotros resumimos- son todos aquellos, jóvenes o no, que no respetan los modos ni los principios de nuestro arte, nuestra cultura, nuestra filosofía… No respetan ni el buen gusto, ni la elegancia, ni el sentido de nuestra cultura. No distinguen entre las obras de arte y el kitsch –más bien para ellos todo debería ser kitcsh-. No respetan las diferencias entre la buena comida y el buen vino y la comida basura y el vino “light”. No entienden de “buen fútbol” –el de la genialidad individual del jugador insustituible.
No leen literatura ni libros profundos, sino sólo best-seller que provienen del cine o de los videojuegos o que acaban fácilmente en ellos. Pasan por los acontecimientos superficialmente, sin penetrar su sentido. No conocen las ideologías sino las “gestualidades” políticas. No hablan correctamente sino que balbucean. “Utilizando términos románticos, y por tanto, plenamente nuestros: es como si la idea de belleza fuera sustituida por la espectacularidad; es como si se privilegiara la técnica frente a la inspiración, el efecto frente a la verdad.
Podríamos encontrar un resumen de todo este fenómeno: los nuevos bárbaros no creen en el sentido, ni en que para alcanzarlo se necesita la constancia, el esfuerzo, y la profundidad. Niegan, así, el principio del “ascetismo” artístico, científico o creativo que ha constituido el principio básico de “nuestra civilización”, ese principio que nos enseñaba que en un nivel profundo de la vida existe un “alma” y que llegar a ese “alma” es lo que nos otorga sentido. Pues bien, para estos nuevos bárbaros, lo que no tiene sentido es ese “alma”; sencillamente, la niegan.
Repitamos el contraste de valores que presenta Baricco:
Belleza | Espectacularidad |
Razón | Emoción |
Técnica | Inspiración |
Verticalidad jerárquica | Horizontalidad |
Valor de uso | Valor de cambio (comercialidad) |
Lenguaje profundo | Lenguaje claro |
Original (auténtico) | Serie (copia) |
Complejo | Simple |
Paciencia | Prisa |
Comprensión | Experiencia |
Baricco explica que este conflicto de los valores “de siempre” y los valores “bárbaros” se puede apreciar en muchos aspectos de la vida y con mucha más fuerza en aspectos de la vida cotidiana. Cita, de un modo muy pedagógico, como el connaisseur auténtico del mundo del vino está siendo sustituido por un amante del vino californiano –para Baricco, el mejor ejemplo de la fabricación de un producto simple, light industrial y comercial.
O cómo el gusto por la calidad individual del futbolista y la apreciación de su “arte” está siendo invadida por el gusto por el fútbol total, tosco y acelerado.
O cómo la lectura de obras literarias clásicas y de auténtico valor artístico está siendo sustituida por la lectura apresurada de bestsellers que no valen nada por sí mismos, sino que son la prolongación –en una secuencia compleja de experiencias de consumo- de un acontecimiento, de una noticia, de una película o de un videojuego.
Luego, nos recuerda que buena parte de estos valores son reliquias de la burguesía del XIX, que admitió sin crítica la confianza en el progreso y la cultura del esfuerzo. Pero que quedó desacreditada por los totalitarismos asesinos del XX –fundados en muchos de los principios heroicos del momento- y, añadimos nosotros, por “la cultura de la facilidad” que impuso la sociedad de consumo.
La lógica de los hechos
Baricco nos advierte unas cuantas cosas ante este fenómeno de miedo a los bárbaros:
- Tenemos que reconocer que es un “pánico” antiguo y repetido, que se ha dado siempre que un poder constituido, un estilo o un modo de vida, ha sido asediado o amenazada por otro poder. Por tanto, estaremos asustados, parece decir Baricco, pero no somos los únicos a lo largo de la historia. En este caso, pierden los valores burgueses, se imponen los de la nueva cultura de la sociedad globalizada.
- Es obvio que, a la larga, no hay poder que resista y que las más altas ciudadelas o las más fuerte murallas, acaban sucumbiendo. Por tanto, parece indicar Baricco, conformémonos y asumamos que los valores burgueses perderán.
- ¿Y si tratamos de comprender antes que aterrorizarnos? Para ello habría que pensar que nos conviene, antes que asustarnos y huir, entender qué está pasando. Pues bien, para Baricco, el esquema de comprensión es el siguiente:
- Lo que está siendo asediado es el mundo de valores propio de la burguesía y un estilo artístico y filosófico, el romanticismo -que aún reside en nuestras mentes como el único esquema capaz de proporcionarnos sentido y “alma”-. ¿Cuáles son los valores de la burguesía? Pues los consabidos: el esfuerzo para obtener el beneficio, la profundidad para ser capaz de llegar al alma recóndita de las emociones; la autenticidad y el valor de lo local y originario (el alma del pueblo, la nación, el ethos auténtico); la constancia y la laboriosidad frente a la ociosidad; el ascetismo y el ahorro frente al dispendio; etc.
- Es una batalla de poder: el poder burgués empieza a sucumbir ante el poder “democrático” de las masas[4]. El autoritarismo jerárquico de la burguesía cede ante la explosión anárquica de las multitudes.
- Tiene una lógica que se funda en los siguientes principios: a) Llega, primero, una innovación tecnológica que priva al viejo poder de la “posesión” de algún bien preciado, y concede este bien a un público más amplio. En este caso, es la burguesía la que pierde el dominio sobre la cultura y es Internet –y las multitudes[5]– quien le arrebata el privilegio –podríamos añadir que es el discurso audiovisual el que priva de poder al discurso escrito; b) Se impone la mayor fuerza de comercial de lo nuevo, es decir, produce más beneficios económicos y mayor acumulación de capital lo nuevo que lo viejo; c) se funda en un lenguaje moderno, es decir, una nueva lengua franca, más sencilla, más accesible y menos fundada en la “jerga de la secta” del viejo poder.
- Lo que vencerá es el nuevo “demos”: una democracia que no respetará el liderazgo, ni el carisma de los “conductores” y que se afirmará a sí mismo como masa y multitud.
- Los que se impondrán son los valores “modernos”: es decir, todos aquellos que nos imponen las hordas “bárbaras”.
El poder de Google
Lo que se impone es “el modelo Google” de conocimiento y comunicación. A saber: encuentre usted todo lo que pida, y de inmediato. Navegue acelerada y sencillamente por experiencias breves, pero intensas. Sienta la emoción de la navegación, de la secuencia anárquica de experiencias –no importa la comprensión, sino la sensación (“experiencia”, dice Baricco). Obtenga energía propia en cada nodo; fuerza para dar un salto adelante. Adquiera la técnica del surf, es decir, aproveche los vientos de superficie y el movimiento de las olas. Déjese llevar: el camino importa más que el rumbo o el puerto de llegada. Mejor. No hay puerto de llegada, hay movimiento. Su energía crecerá con la de las olas. Y las olas son más fuertes cuantas más multitudes las apoyan. Sepa estar en la cresta de ellas. Si debajo de usted hay un mar insondable, no se preocupe, lo que interesa es la superficie, y flotando no se hundirá.
¡Esta es la filosofía Google! Y esta es la que expresa el nuevo sentido de los bárbaros. Bárbaros que no buscan profundidades ni comprensiones, sino que en cada nodo de la red recargan energía, fuerza para seguir adelante, una descarga de información que les impulsa a buscar más información.
La ambivalencia del fenómeno
Baricco se enfrenta al fenómeno que el mismo describe como “invasión de los bárbaros” con algunas metáforas y una cierta ambivalencia.
La metáfora es la de la Muralla china –explicada en unas bellas páginas al final de su libro-. Como la muralla china expresa en su realidad histórica –y como tantas otras murallas- nada pudo ni puede en la actualidad contener a las hordas de bárbaros. Las murallas sólo ofrecen una sensación falsa de seguridad y, en realidad, señalan –y abren el camino de la invasión-. Hay fenómenos que no se pueden contener. Y así sucede con estos bárbaros actuales del sentido. La ambivalencia, es la siguiente: Baricco tiene páginas de crítica y denuncia de las “barbaridades” y páginas en las que –en un esfuerzo de comprensión- expresa su seducción por los nuevos valores.
La conclusión es, visto el conjunto de la obra, claro. Los bárbaros –este nuevo estilo de consumo de información y de vida- no son un fenómeno ni pasajero ni al que se le pueda oponer resistencia. Tampoco se trata de un fenómeno externo a nosotros. Más bien, insiste el autor, es un fenómeno de mutación: somos nosotros mismos –o, al menos, los nuestros- los que están mutando. Y, por ambas razones, conviene conformarse y adaptarse a que el paisaje del futuro será más bárbaro que otra cosa.
Post-modernismo, conformismo, adaptación
El debate que se plantea ha tenido otras ocasiones históricas, es el que se planteó en relación a la cultura de masas y que Umberto Eco describió en un célebre artículo –“Apocalípticos e integrados”-; es el que se refleja en obras tan reconocidas como La industria cultural de Horkheimer y Adorno –críticos con la cultura de masas- o la más comprensiva de Morin, El espíritu del tiempo… Y tantas otras. Por un lado, hay valores y principios que se degradan, pierden solidez y amenazan con el hundimiento de un estilo; por otro, hay valores que progresan se imponen como modernos y avanzan con una fuerza incontenible. ¿Cómo valorarlo? ¿Qué posición adoptar?
Si se acepta la novedad como tal, se aporta poco, es sólo un fenómeno acrítico de adaptación. Si, en cambio, se plantea una resistencia numantina al cambio, el anquilosamiento es seguro.
La obra de Baricco oscila –al menos desde el punto de vista retórico- entre las dos posiciones. Se plantea la resistencia, pero, a la vez, ve indefectible la adaptación. No toma posición alguna más allá de la apelación genérica a que hay que intentar explicar y comprender el fenómeno.
Se enmarca así en ese estilo post-modernista que desde la asunción de que el modelo del progreso está finiquitado, entabla un diálogo continuo con las nuevas proposiciones sentimentales y estilísticas[6]. Pero la cuestión no es ni la existencia de ese diálogo –que me parece de todo punto de vista exigible- ni la negación -¿cómo podría ser?- del necesario esfuerzo de comprensión hacia los fenómenos culturales contemporáneos. De lo que se trata es de saber si la única opción es la resistencia o la adaptación.
Desde mi punto de vista, el diálogo crítico y la acción propositiva y de cambio es una actitud intermedia. No se trata ya sólo de resistir o comprender, sino de comprender para construir. Esa construcción, obviamente, es hipotética y arriesgada. No tenemos certeza de que sea posible y alcanzable, pero hay que intentarla. Porque la simple adaptación me parece una actitud acomodaticia a los impulsos comerciales –simplemente comerciales, habría que decir- de la actual industria cultural. Y la actitud de simple resistencia, la veo como una nostalgia del pasado.
Diálogo crítico significa, desde mi punto de vista, debate de valores y de objetivos –también de criterios y de juicios-. Actuación propositiva, de otro lado, significa construir y apostar por determinados valores aunque éstos vayan a contracorriente del flujo dominante. Traducido a la cuestión de los “bárbaros” el diálogo crítico y la acción constructiva significan debate, análisis, lecturas críticas y, al mismo tiempo, hacer lo posible porque valores alternativos se vayan configurando y consolidando.
Por eso ese “fatalismo” que me parece adivinar en algunas –no en todas- las páginas del libro de Baricco me parece contraproducente. Me parece, incluso, injusto. Es cierto que la fragmentación, la sentimentalidad, la sustitución de la superficialidad por la profundidad es un hecho constatable en nuestra cultura actual. Pero también es una realidad que esta nueva cultura-red deja espacio para nuevas profundidades, para diálogos más profundos, para comprensiones más amplias. Son dos polos de una misma realidad que se tensan entre sí, se discuten espacios e, incluso, pueden, en ocasiones, llegar a sinergias e hibridaciones dignas de reconocimiento. Pero como tales polos cobran su valor de su capacidad de atracción en sentido contrario, y no dejan de disputarse espacios.
Es verdad, por tanto, que los bárbaros están ahí, a las puertas de una imaginaria muralla que en teoría nosotros tampoco tenemos muchas razones para defender. Pero lo importante es que para mantenernos en pie, con proyectos y futuro, no podemos, simplemente, dejarnos invadir alegremente, hemos de señalar un rumbo y viajar –o navegar con él.
El libro de Baricco tiene la virtud de enfrentarnos con todos estos problemas básicos de nuestra cultura actual. Ofrece algunas intuiciones iluminadoras y una narración atractiva y pedagógica. Permite, perfectamente, el debate y la reflexión.
Si el lector tiene inquietud por contrastar y discutir las ideas de Baricco, le recomiendo que lea una conversación que ha mantenido con Claudio Magris sobre el libro. Observará un Magris más preocupado que Baricco por la amenaza de los bárbaros, menos complaciente con su «triunfo» y más decidido a anteponer los valores clásicos al vendaval de «superficialidad» contemporáneo.
[1] Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación Barcelona, Anagrama, 2009.
[2] Sobre el miedo como elemento del actual orden social puede verse Z. Bauman: Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores, Barcelona, Paidós, 2007. Cf. También el texto de Jaraba sobre Bauman http://www.gabrieljaraba.info/gabriel_jaraba_periodista/2008/07/el-miedo-lquido.html. Sin embargo, el miedo del que habla Baricco no es a los extranjeros, sino a lo extraño, la “extranjeridad” que se adueña de nuestras costumbres y estilos de vida.
[3] Por cierto, Kafca escribió un relato sobre la invasión bárbara –siempre enigmático, como toda su literatura- que muy bien pudiera haber servido de inspiración a Baricco en su libro. Y también, en esta misma línea, este “miedo” que señala Baricco es el mismo que Bauman refiere a propósito de los “extranjeros” y que se da como nunca en un mundo globalizado como el nuestro.
[4] Recuérdese Ortega y Gasset: La rebelión de las masas.
[5] Cf. Francis Pisani y Dominique Piotet, La alquimia de las multitudes, Barcelona, Paidós, 2009
[6] Expresión de este diálogo es la obra de Maffesoli Cf. aquí Iconologías como lo es el libro de Bauman, Ética postmoderna, México, Siglo XXI, 2009.Nike Mercurial SuperflyNike Air Force 1 07 Premium Just Do It AR7719-100 Shoes – Buy Best Price Adidas&Nike Sport Sneakers